martes, 22 de abril de 2008

Conexión (IV). No hay un minuto que perder

Note: English version here

En una de las novelas de la serie de Aubrey & Maturin de Patrick O'Brian (de las que soy devoto fan) el buque de pertrechos Ringle, una marinera goleta (posiblemente goleta de gavias o de velacho, ya que era de la clase llamada "clíper de Blatimore") propiedad de Jack Aubrey aparece cruzando una bahía cerrada al norte por el Cabo de Bares. Mandada, como de costumbre, por el Guardiamarina William Reade y llevando al Dr. Maturin, su hija y su fortuna, la Ringle se ve perseguida de cerca por un poderoso corsario francés, el lugre de tres palos Marie-Paule. Para el evitar el abordaje y la subsiguiente inevitable captura, la Ringle, hábilmente pilotada por Reade y el magnífico Barret Bonden, el timonel del capitán Aubrey, se ve obligada a pasar literalmente a tiro de galleta de los peligrosos acantilados y rocas del Cabo

Y me acabo de dar cuenta de que esa bahía es lo que yo conozco como la boca de la Ría de O Barqueiro y de que estuve paleando justo ahí esta Semana Santa pasada.

miércoles, 16 de abril de 2008

Kayak Pobre

Note: English version here

En una entrada antigua me refería a la tradición ártica de embarcaciones hinchables. La cosa no termina ahí. Al parecer, plegables y Sit-On-Top se conocían también. El kayakluk, o kayak pobre, de Povungnituk (Noreste de la Bahía de Hudson) era ambas cosas a la vez.

Se trataba de una embarcación de recogida para la caza desde el borde del hielo. De alrededor de 1.80 m de eslora, 0.8 de manga y 38 cm de alto, se construía reciclando la piel vieja de un kayak ordinario y no tenía armazón rígido interior. El cazador lo transportaba plegado a la espalda hasta el borde de la banquisa y allí lo llenaba de nieve y apretaba las tiras de cuero de la parte superior. En el agua, el palista se sentaba encima con las piernas extendidas y usaba una pala corta. De acuerdo con sus usuarios, las principales ventajas del kayak pobre eran su ligereza y facilidad de transporte. Con frecuencia, llevar un kayak normal en trineo dañaba su cubierta de piel.

Y recuerda muchísimo a una zapatilla.

sábado, 12 de abril de 2008

Primeras VI: Paatit


Entre las agradables novedades que trajo la Semana Santa en Ortigueira (ver entrada anterior), debo confesar que me emocionó en especial el que, a la hora de la verdad, mi pala groenlandesa, hecha con mis manitas (prácticamente, lo primero que construyo nunca), propulsara estupendamente estupendamente mi kayak. Como ya he confesado, enseguida me sentí a gusto y al final de la excursión estaba encantado.

Desde entonces ha ido al agua (dulce, en esta ocasión) una vez más. Otro día de viento, incluso más fuerte que en el estreno y, en consecuencia, otra oportunidad de apreciar lo que que una pala groenlandesa puede ofrecer en esas condiciones. Y de hacerme totalmente adicto a la palada silenciosa que se puede conseguir con ella y a las preciosas oportunidades de aproximarse a la fauna que ell proporciona. Ah, a los largo de unos 5 km de esa salida y gracias a la amabilidad de Xabier, su constructor, pude emparejar mi pala con un qajaq groenlandés durante el retorno de su viaje inaugural (otra "primera" sobre la que divagar en el futuro próximo). Fantástico.

El palo (madera de samba = obeche = ayous y otros pocos nombres más) ha acabado en 234 cm de largo, 7.8 cm de ancho y un peso de 850 gr. Le tengo un afecto absurdo.

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viernes, 4 de abril de 2008

Primeras III: Ortigueira

Note: Las fotos las tomó Luis de Ponferrada que amablemente me ha permitido usarlas.

La Semana Santa de 2008 ha traído diversas nuevas y buenas (muy buenas, en realidad) experiencias con el kayak durante los cuatro días pasados en Santa Marta de Ortigueira en las Rías Altas.

He conocido a nuevos compañeros que espero se convertirán en nuevos amigos y tenido contacto directo con la AGKM (Asociación Galega de Kaiak de Mar), una iniciativa interesante y prometedora en el panorama del kayak de mar nacional. Mi recién acabada primera pala groenlandesa ha recibido un bautismo de mar. Por primera vez, he contemplado en vivo y en directo "SOFs" (es decir, barcos construidos por el método de "piel sobre armazón"), un kayak de estilo groenlandés construído por unos de mis gurus del trabajo de la madera, Paco García, y un currach de las islas de Aran (como los del documental de Flaherty, sí) que hizo el viaje desde Barcelona y he paleado en nuevos, magníficos sitios.

Bajo los benévolos auspicios de la AGKM, lo que iba a ser la reunión de unos cuantos amigos en Ortigueira se transformó de manera espontánea y a gran velocidad en algo que incluía a medio extraños como yo, un curso de kayak surf, un taller de construcción de palas y cuerdas groenlandesas. A pesar de ello, el evento se esforzó en mantenerse fiel a su naturaleza informal originaria y al lema "Todos somos organizadores". Por supuesto, luego hubo quien trabajó de verdad mientras que yo, por ejemplo, contribuí pasándomelo muy bien, pero creo que el espíritu que reinó, una especie de anarquía gentilmente guiada, fue el que se pretendía. Funcionó de manera admirable.

Ha sido mi primer contacto con el Cantábrico en kayak. Es una costa preciosa, salpicada de rías (que ofrecen aguas protegidas donde tipos como yo pueden disfrutar de estupendas excursiones cuando la cosa se pone fea mar afuera) y de pueblos (por lo común pintorescos y bonitos) en los que se puede obtener buena bebida y comida. Es, de verdad, una zona fantástica para el kayak de mar.


Como experiencia, resultó un poco limitada, ya que el clima no cooperó mucho. Los vientos de fuerza 6-7 y mares grandes (4-7 m), acompañados de chubascos y granizadas hicieron que, para mí, palear fuera poco apetecible en la ría y suicida en el mar el sábado y domingo. Por suerte, ahí estaban el taller de palas y un precioso tablón de cedro rojo para tenerme alegremente entretenido.

El jueves, paleamos todos juntos y asomamos nuestra nariz colectiva a la boca de la ría de Ortigueira desde el pequeño puerto de Espasante. Las condiciones, aunque más suaves que lo que vendría luego durante el fin de semana, no eran precisamente cómodas (F4-5, olas de unos 2 m que rompían) para un grupo de niveles diversos como el nuestro y pronto volvimos a aguas protegidas. Con la lección aprendida, al día siguiente nos dividimos según nuestra habilidad y audacia. Una minoría arrostró vientos de F5 (6 más tarde) y olas de 3-4 m en una excursión costera. Prudentemente, yo salí con la mayoría y con el currach en un paseo más tranquilo ría de O Barqueiro abajo hasta el precios puerto de Bares, llevándome la pala groenlandesa para su primera salida.

Resulta que Bares es el puerto español más al norte y, de vez en cuando, se dice que también el más antiguo aún activo. Su espigón megalítico se solía datar en el siglo VIII BCE y su construcción asignarse a mercaderes fenicios o, más raramente, pueblos locales. Sin embargo, ambas propuestas se han criticado recientemente y un cierto consenso sobre un origen romano parece estar emergiendo. En cualquier caso es una estructura intrigante, que impresiona y que formó la playa en la que desembarcamos para tomar una cerveza y un bocadillo de algo bueno en un bar cercano. Volvimos con la marea alta a favor, vientos crecientes hasta el punto de la molestia ocasional (no llevo timón ni orza) y cada vez mayores confianza y aprecio de mi flamente pala groenlandesa (para el final de la excursión, estaba totalmente colgado de ella). Durante buena parte de la vuelta paleé al lado del currach, viéndolo navegar sobre un fondo de acantilados, bosques, calas y playas recónditas y pueblecillos pesqueros en la orilla opuesta y pasando un magnífico rato.

Es, de verdad, una zona fantástica para el kayak de mar.