martes, 19 de agosto de 2008

Qajaq & Frito

Note: English version here


Me parece que soy afortunado. Tengo amigos que construyen kayaks "Skin-On-Frame" tradicionales y después me invitan a palear con ellos, me enseñan lugares preciosos, me permiten probar sus barcos y soportan mi alegría infantil con una sonrisa...

Uno de ellos, Alfonso, es la persona que talló y me prestó la primera pala groenlandesa que sostuve y usé durante la II Concentración de Kayak Costa Cálida (que organizó él). Un auténtico punto clave en mi devenir kayakista. Hace no mucho se ha atrevido con un proyecto más ambicioso y ha construido un qajaq precioso (el proceso se documenta en el muy recomendable blog "Groenlandeses Murcianos"). Desde la Concentración, Alfonso se había ofrecido varias veces a enseñarme algunos de sus sitios favoritos y, por fin, hace unos diez días, fui capaz de aceptar su generosa invitación

En una tarde cálida Alfonso, Roberto y yo recorrimos una zona particularmente bonita del río Segura. Aguas arriba primero (lo que, a veces, necesitó de una juiciosa mezcla de músculos y uso astuto de las contracorrientes) y, después, corriente abajo hasta nuestro punto de embarque inicial. Remar en el río fue una gran diversión que requiere la atención justa. De hecho, me gustó tanto que repetimos a la mañana siguiente. El trayecto fué el mismo, pero no así la experiencia, ya que, río, luz, sonidos y olores eran distintos.

Los barcos cambiaron también. El primer día usé un Draken de Fun Run, un kayak estable, confortable y rápido que debe mostrarse como un gran barco para expediciones, pero el segundo día paleé en el qajaq de Alfonso. Y, simplemente, me enamoré de él. Era increíblemente sensible y ágil. Se deslizaba con suavidad, aceleraba fácilmente y trazaba giros ajustados. Sobre todo, permitía un grado de control preciso que no había experimentado antes y pasé un rato delicioso. Ahora sueño con kayaks de pantoques vivos.


Y lo mejor de todo fue la hospitalidad de Alfonso, que llegó mucho más allá de prestarme sus barcos. Me cogió y me colocó en medio de su familia para compartir con ellos los buenos ratos que estaban pasando juntos. Ciertamente así fue. Jugué con los críos, hablé con los adultos, probé la estupenda cocina local y, sencillamente, disfruté de estar ahí.

Ya lo he dicho, soy afortunado.