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Estos últimos días, he gastado una porción sustancial de mi tiempo libre en deslizar tenazmente un cepillo de carpintero a lo largo de tiras de papel de lija de rugosidad cambiante. Puede que no sea obvio para el gran público, pero, en realidad, estoy llevando a cabo una ceremonia muy respetable llamada, si lo he entendido bien, "Planificado de la Suela". Resulta que es una parte de toda una serie de rituales arcanos cuyo fin es preparar para la acción las herramientas de trabajar la madera.
La cosa es que albergo la esperanza de construirme una pala groenlandesa (inevitablemente, más sobre este tema en el futuro próximo). Tal proyecto precisa madera adecuada, un lugar de trabajo y herramientas. La madera ha sido hallada y encargada, el lugar de trabajo improbablemente improvisado y las herramientas (o, más bien, lo que se convertirá en herramientas) compradas. Cabe que también haga falta una cierta habilidad en la carpintería, pero, dado que carezco por completo de experiencia en el área, prefiero no pensar mucho en ello. Me deprimiría y, puesto que me temo que las dificultades que sospecho aguardan a un carpintero novato ya se encargarán de eso, no veo la necesidad de adelantar acontecimientos. Cada cosa a su tiempo.
Por suerte, unos cuantos benévolos gurus del trabajo de la madera visitan el siempre útil Foro de Kayak de Mar. Imparten gentilmente su sabiduría sobre tipos como un servidor y, así, he concluído que comprar ingeniosos aparatos es tan sólo el principio para obtener auténticas herramientas, dignas de ser usadas. Gracias a sus enseñanzas he sabido de la existencia de las "Herramientas-de-Confianza-y-que-es-una-Delicia-Usar". Objetos míticos que uno debe ganarse, no comprar sin más, y por los cuales el dinero puede no ser más que una pequeña parte (bueno, relativamente) de lo que hay pagar.
Y así es como, desde hace una semana más o menos, vengo inviertiendo mis ratos de ocio en planificar suelas y afilar cuchillas con determinación. Me temo que un éxito inicial con un bastrén Stanley me generó una confianza injustificada. Supongo que el brillo de un metal más suave y afilado de lo que jamás me hubiera imaginado capaz de producir se le puede subir a la cabeza a aquellos, como yo, para los que la experiencia es nueva. Sin embargo, el cepillo de banco #4 de la misma marca ha decidido que no se va a someter sin resistencia.
Las fuentes de instrucción ya mencionadas me han informado de que la suela de un cepillo sencillamente tiene que ser lisa y estar perfectamente a nivel en, al menos, 3 zonas críticas. Muy lógico si se piensa que la herramienta se concibió para obtener superficies de madera planas y suaves. Por desgracia, la suerte y la producción industrial en serie han conspirado para colocar la más profunda de las irregularidades de la suela original precisamente en una las áreas vitales. Algo así no puede ser ignorado. Por tanto, me estoy viendo obligado a lijar la práctica totalidad de la superficie de la suela hasta que toda quede al nivel del punto más profundo de la cavidad rebelde. Puede no parecer gran cosa, pero, a mano, resulta una cantidad respetable de metal que eliminar y está llevando su tiempo.
Perfecto por lo que a mí respecta. Los lobos hubieron de domesticarse para tener perros. Los potros han de ser domados. Yo puedo ser paciente. He sido pescador de caña.
Y hay algunas ventajas: los patrones neuromusculares del cepillado se me están grabando a conciencia, la empresa hace carácter y, además, espero que sirva como ejemplo y advertencia al cepillo de testas (Stanley también) que viene a continuación.
Y, tras todo esto, constatar que los artesanos del Ártico cosntruyeron no sólo palas, sino barcos completos y toda clase de objetos útiles (con frecuencia, también bellos) con poco más que las herramientas que ilustran esta entrada. Sospecho, eso sí, que la precisión quirúrgica que les pudiera faltar a sus instrumentos la suplían ampliamente con la habilidad obtenida mediante una vida de enseñanzas de sus mayores y de práctica. A estas alturas de mi propia vida, no veo factible reproducir esas condiciones de modo conveniente (querría tener la pala mientras aún soy capaz de usarla). De modo que tengo que optar por la doma de herramientas y esperar que funcione.
LAS IMÁGENES
Haz click en ellas para conocer más sobre las herramientas Inuit que muestran en sus correspondientes páginas en el sitio del McCord Museum. Una gentil institución que supone un estupendo recurso para bloggers aquejados de penuria gráfica como yo.
miércoles, 19 de diciembre de 2007
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2 comentarios:
Interesante colección de fotos! y bonito blog, muy cuidado. Procuraré seguirte (me gusta leer!) y me parece que te mueves con soltura en el campo de la documentación. Esto promete!
Gracias!
Supongo que sabes que tienes buena parte de la culpa de que ande liado con lijas, cepillos y bastrenes y soñando con palas y qajaqs.
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